miércoles, 17 de abril de 2013


Me encuentro completamente sola pero, sin embargo, nunca me siento en soledad. Escucho el soplar del viento y sus susurros despiertan en mi corazón el recuerdo de su voz. Contemplo el impresionante espectáculo de la imponente luz del sol reflejando su belleza en las calmas aguas del río y no soy capaz de dejar de sonreír al sentir cómo esa luz se desvanece, dando lugar al inconfundible brillo de sus ojos.
Es, simplemente, que mi razón me ha abandonado. Decidió esconderse, humillada, al no poder comprender esto que mi corazón tan bien sabe sentir y transmitir. Mi corazón sí entiende lo que significa entregarse, sentir que, ahora que forma parte de mi vida aquel que fue capaz de devolverme la ilusión, ya no me pertenece; entiende muy bien que es necesario que permanezca en el pecho del hombre que se apropio de él para permitir que yo le robe a la Vida misma todos estos infinitos momentos de la tan ansiada felicidad.
Desde el día en el que lo conocí, él, que supo quebrar todas las barreras que me impedían vivir como mi ser lo necesitaba, me devolvió la sonrisa.
He de admitir que da miedo sentir así, sabiendo que no hay marcha atrás, viviendo en este nuevo mundo; un mundo maravilloso, en el que no hay obstáculo que me impida avanzar ni pelea que no pueda ganar: un mundo con él.
Dicen que el miedo es aquello que nos recuerda que estamos vivos y que sentimos…y yo coincido, ya que, independientemente del miedo, sé reconocer la felicidad al descubrir que vale la pena estar viva y sentir algo así de fuerte y real.
Es por todo eso, y por mucho más, que mi torpe mano se dispuso, sin consultarme, a escribir sobre él. Si bien no hay palabras que transmitan el sinfín de emociones que provoca en mí, es tan intenso lo que siento que es necesario dejarlo salir, aunque sea de forma imprecisa e incompleta.
Habiendo establecido que no hay palabras, en este ni en ningún otro idioma, capaces de plasmar en papel la profundidad del amor que siento, la maravillosa naturaleza de su persona ni la extrañamente prolija y preciosa sucesión de eventos que condujo a la situación en la que ahora nos encontramos, sólo puedo mostrar una ínfima parte de lo que mi corazón muere por expresar, usando las dos palabras más difíciles de pronunciar, cuando uno se deja guiar por el miedo, y, al mismo tiempo, las dos palabras más fáciles de decir cuando el sentimiento es verdadero. Esas dos palabras hicieron que me sintiera en el paraíso al escucharlas saliendo de su boca…y quiero que él sepa que, si por mi fuera, yo las gritaría a los cuatro vientos, en un vano intento de manifestar mi sentir. Sin nada más que agregar… Te amo.

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